DOMINGO 18 Santísima Trinidad
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 3, 16-18
Dijo Jesús: "Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído
en el nombre del Hijo único de Dios.
Palabra del Señor.
COMENTARIO
Ya en el
Antiguo Testamento Dios se revela como un Dios de amor, que acompaña a su pueblo en todo momento. Al mismo tiempo, la actitud de Moisés es una actitud de adoración, afirmando que no hay otro Dios a quien dirigirse. Así, en el camino del pueblo, se va realizando la Alianza de amor entre Dios y la humanidad.
El saludo santo que nos damos los cristianos como el beso de la paz en la misa procede de la santidad de Dios. Esta carta nos testimonia de que manera, ya entre los primeros cristianos, era costumbre saludarse unos a otros deseando la vida en el amor de Dios Trino.
El amor de Dios Trino se comunica a toda la humanidad. Y se comunica obrando la salvación. Creer en Jesucristo es creer en este amor que sana y salva. Por Jesús llegamos a participar de la vida de Dios. Y eso da una nueva dimensión a toda nuestra existencia. A pesar de nuestros pecados y debilidades, tenemos ya hoy la vida de Dios en nosotros.